Redes sociales y menores: las claves son el control y la responsabilidad

Los recientes casos de menores abusados, cuyo agresor los contactó mediante Facebook, reflota el eterno debate sobre los aspectos positivos y negativos del uso de las redes sociales por parte de los niños y adolescentes. 

El acceso a las TICS es casi ilimitado para todo aquel que tenga una computadora con conexión a Internet. Son los niños y los jóvenes -“Nativos digitales-, los que mayor uso hacen de la informática. En ese marco, las redes sociales –principalmente Facebook- se convierten en un nexo fundamental para socializar y contactarse con amigos, conocidos y pares.
De hecho un estudio reciente realizado por la consultora internacional TNS revela que el 60% de los usuarios de redes sociales son menores, de entre 12 y 18 años. En tanto una investigación de la Universidad de Navarra, España, revela que el 70% de los jóvenes que usa redes sociales no supera los 18 años. 
Asimismo, el uso de estas herramientas a veces puede acarrea algunos peligros, que sin embargo no devienen de las mismas tecnologías, sino de su uso inadecuado, irrestricto e ilimitado, consecuencia principalmente de la falta de control por parte de quienes tienen la responsabilidad de ejercer el cuidado de los menores.

Amenazas y peligros
Si bien los niños y adolescentes en su mayoría poseen acabados conocimientos sobre informática y buen manejo de las distintas herramientas que ofrecen Internet en general y las redes sociales en particular, son quienes quedan más expuestos a ciertos peligros derivados de maniobras tales como la manipulación de datos, espionajes, y un uso perverso o malintencionado de las ventajas de las redes sociales.
Esos peligros y amenazas pueden comenzar con simples “juegos” y terminar en acosos, invasión a la privacidad, violaciones, robos, secuestros, trata de personas, pedofilia, drogadicción, entre otros flagelos.

Buen y mal uso de las redes sociales
Es decir, muchas veces de una navegación en Internet que parece “inocente”, pueden existir peligros. Pero no por culpa exclusiva de las redes sociales. Hoy estos medios de comunicación son fundamentales para que los jóvenes se sientan incluidos y a tono (“en onda” si se quiere), con sus pares. Algunos personas usan las redes sociales para satisfacer su necesidad de hablar con otras personas, socializar, sentirse acompañado o popular, otros las utilizan para entretenerse con sus aplicaciones. No obstante, no todos tienen esas mismas intenciones, algunos utilizan esos medios provocar daño.

Como evitar daños
En el libro "Tranki pap@s", escrito por los policías expertos en delitos cibernéticos, Pere Cervantes Pascual y Oliver Tauste Solá, se dan a conocer 8 recomendaciones y sugerencias indispensables para no caer en los peligros del mal uso de las redes sociales:
Disponer de un buen antivirus. Tener instalada la última versión de tus aplicaciones y sistema operativo es el primer paso de seguridad. El segundo es evitar la infección de virus (software que se instala en tu ordenador sin consentimiento y cuyo propósito es dañar su funcionamiento y actuar de transmisor para dañar otros ordenadores, generalmente mediante el e-mail) con un antivirus. No navegar en Internet ni utilizar clientes de correo electrónico sin tener activado el firewall e instalado un antivirus.
No caer en el phishing. Las cadenas de mensajes (correos que invitan a reenviarse con un contenido atractivo) y los mails que avisan de un supuesto problema solicitando acceder a una página web (donde se deben proporcionar datos de usuario y contraseña) son la mejor forma de facilitar la infección de virus y de que se capturen datos personales. Ninguna entidad bancaria ni organización alguna envía correos electrónicos solicitando datos de acceso, así que hay que desconfiar de todo ese tipo de mensajes. Nunca abrir archivos adjuntos que se reciban en tu cuenta de e-mail, si se desconoce el remitente. Y, aunque se conozca, no lo abrir si no fue solicitado. Los programas de descargas también poseen su riesgo, ya que algunos de los archivos pueden contener código malicioso. Previsualizar los archivos y fijarse en el título de los mismos puede ser suficiente. 
Supervisar la actividad de los menores de edad en la Red. Tener el ordenador en un lugar común del hogar y vigilar los perfiles de los chicos en las redes sociales. Asimismo es fundamental no dejar de enseñar lo que es bueno y malo. Sin duda, es mejor un niño ilustrado y con autonomía que uno vigilado ignorante.
Configurar una buena contraseña y activar el acceso en dos pasos
. La contraseña es la llave de oro a todas las actividades en la Red. Una contraseña es relativamente fácil de averiguar con técnicas de ingeniería social y phishing. Pero existen métodos para combatirlas: establecer contraseñas fuertes; es decir, contraseñas que contengan al menos 8 caracteres incluidas mayúsculas, minúsculas, símbolos y números. Algunas aplicaciones, como Google y Dropbox, permiten la verificación en dos pasos (uso del teléfono móvil para recibir un código que permita completar el login). Activar esa opción siempre que sea posible.
 Configurar los parámetros de privacidad. Todas las redes sociales incorporan opciones de privacidad para configurarlas a gusto. Cada uno decide quién accede a sus contenidos y cómo. Revisar bien antes de publicar algo. Es preferible organizar a los contactos por listas o categorías y ofrecerles contenidos con distintos niveles de privacidad.  En Facebook, por ejemplo, una opción recomendable es filtrar quién puede publicar en nuestro muro.
No aceptar relaciones con desconocidos. Con toda seguridad, una gran parte de los contactos de una red social no son amigos de verdad. Aprender a diferenciar los matices del concepto de "seguidor" y "amigo" en la Red. En Twitter, los seguidores son la audiencia, la gente que lee nuestras publicaciones. Y cada uno sigue a usuarios que nos interesan por lo que aportan. No es necesario que ninguno de ellos sea nuestro amigo realmente. En Facebook, sin embargo, solo se deben agregar a personas conocidas y que inspiren confianza. 
Los menores de edad es posible que se dejen convencer mediante el engaño y establezcan relación con personas que no son quien dicen ser. Si se conocen víctimas de acoso sexual por parte de un adulto (grooming) o cyberbulling (acoso de un menor a otro menor) no dudar en contarlo a un adulto responsable.
No publicar información comprometida. Ni en Twitter ni en Facebook, o similares, proporciones datos que permitan a otros ubicar domicilio, escuela, lugar de trabajo, etc.  Y no confundir red social y blogging: Twitter se parece más a un sistema de blogging que a una red social, por lo que tener una cuenta privada no es muy recomendable. Pero si se decide abrirla a todo el mundo, ten en cuenta que lo que publiques es absolutamente público.
Si hay sospechas de delito denunciarlo. Cada uno posee el control de lo que se publica en Internet y de lo que otros puedan publicar en nuestro perfil en aplicaciones como Facebook. Sin embargo, ¿qué sucede con lo que se publica en sitios que nosotros no gestionamos?. ¿Y si alguien nos fotografía sin permiso y lo cuelga en la Red? Ese es un temor muy común y comprensible. Sin embargo, todas las redes sociales poseen opciones de denuncia de abusos y contenido inapropiado. Con toda seguridad el contenido será retirado rápidamente. 
Tanto si el delito tiene que ver con cyberbulling, grooming, etc. como si es de otra índole (hacking, phising, etc.) se puede hacer uso de los mecanismos que la policía posee para recibir denuncias.
Entonces, para evitar los peligros del mal uso de las redes sociales que ejercen ciertas personas, no hay que dejar de utilizarlas, sino usarlas con cuidado, precaución y sobre todo responsabilidad.  


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