Cuidado con nuestros datos

En el mundo híper-comunicado e híper-informatizado en el que vivimos, el bien más preciado es la información. Esta circula y se reproduce de manera interminable a través de redes informáticas mundiales y gigantescas bases de datos.



El G7 por ejemplo habla de “Infraestructura Global de Información” (GII en inglés). Se trata de una gran red heterogénea que permite conectarse e intercambiar información en todo el mundo de manera sencilla. En los 90 se hablaba de “Autopistas de la información” (concepto acuñado por el entonces vicepresidente de EE.UU., Al Gore).

Entonces, solo accediendo a una PC y a Internet, bancos, empresas multinacionales, entidades financieras, tarjetas de crédito, firmas de telefonía celular y particulares, acceden a esas bases de datos sin restricciones. Así nuestros datos personales viajan por todo el mundo y todos disponen de ellos: nuestros nombres y los de nuestra familia, situación laboral, ingresos, consumos, gastos e inversiones son conocidos en todo el mundo.

Todos saben nuestro domicilio, números telefónicos, conocen nuestros correos electrónicos, nuestras cuentas de redes sociales. Es más, las mismas multinacionales más importantes de Internet (Google, Facebook, Twitter, Youtube, etc) cuentan con esos datos. También están en manos de todos nuestros números de tarjeta de débito y de crédito, de cuentas corrientes, de cajas de ahorro. Saben en qué estado se encuentran nuestras finanzas: nuestra capacidad de pago, nuestras deudas y nuestro sueldo.



Datos seguros

Una prueba cabal de ello es lo que me sucedió meses atrás con una firma internacional de seguros, que tomó mis datos y los de mi mujer, sin nuestra correspondiente autorización, y los utilizó para imponernos pólizas de seguro, descontarlos de mi tarjeta de crédito y a su vez debitarlos de mi caja de ahorro bancaria.

Tras sacar un crédito en una entidad financiera local se me concedió un seguro por robo. Debidamente consensuado el monto por el pago del mismo comenzó a ser descontado con mi tarjeta de crédito mes a mes. Era un monto ínfimo, que casi no modificaba mis gastos. Sin embargo con el correr de los meses, esos montos comenzaron a multiplicarse y a ese primer seguro se sumaron, no uno, sino 3 pólizas por accidentes. A ellos se sumaron otras 3 pólizas similares que comenzaron a ser descontados de la extensión de mi tarjeta que había solicitado para mi mujer. Todas significaron un considerable incremento en nuestros gastos de tarjeta, perjudicando seriamente - como consecuencia inmediata- nuestra economía familiar durante varios meses.

Más de una decena fueron los llamados que tuve que realizar a 3 números telefónicos distintos para efectuar los debidos reclamos y pedir la baja de las pólizas. Cada vez que llamaba, una excusa diferente. Cada vez que llamaba, se sumaba un trámite que debía realizar. Luego de dos meses de reclamo –con amenaza de ir a Defensa del consumir mediante- y tras haber enviado 4 notas por fax y 5 correos electrónicos, se me notificó que las pólizas habían sido canceladas.

¿Y de ahora en adelante?. Tener suma precaución a la hora de realizar un trámite, una transacción u operación bancaria o financiera. Estar atentos. Reclamar hasta el hartazgo y cuidar celosamente nuestros datos, determinar bien a quien se los otorgamos, para qué y bajo que condiciones de seguridad y privacidad.





No hay comentarios.: